Me preguntas qué es la realidad. Y yo no respondo, no lo sé, yo sólo me dedico a vivir improvisando. Soy de esas personas que andan por el borde de un acantilado, con miedo a caer, pero con ganas de seguir adelante.
Y no me comprenderás porque tú eres feliz con lo que tienes; lo agradeces y lo disfrutas. Yo, sin embargo, me descontento porque no tengo suficiente; soy una niña caprichosa que le pide a la vida más de lo que me podrá dar. Lo sé, lo acepto y sufro.
Cuesta tanto de entender. Tú prefieres no complicarte la vida, ser feliz y vivir cada momento como si fuese el último, la verdad, tengo celos de ese estilo de vida, creo que yo estoy predestinado a sufrir cada segundo porque necesito dar de mi lo mejor; he convertido la vida en una maratón. Estoy cansada... pero aguanto. Soy como esa persona melancólica que renuncia a desprenderse de sus recuerdos y, a medida que el tiempo pasa, ese objetivo se convierte en una maldición y atrapa. Ya no puedo huir, sólo correr y retrasar lo inevitable.
Algún día supongo que seré libre de toda atadura. Ataduras... a veces las siento apretándome el pecho, me cuesta respirar y cierro los ojos. El mejor remedio es hacer como si no pasa nada, y todo forma parte de la naturaleza del ser humano, sin saber que son ataduras que nos imponemos nosotros mismos. ¿Somos masoquistas? supongo que alguna vez lo hemos sido; y hemos querido que el mundo se apiadase de nosotros, que nos odie o que funcione en nuestra contra. Muchas veces, he querido tropezar con esa piedra con la que ya había tropezado, simplemente para demostrar... ¿qué? la verdad, no lo sé, quizás nunca lo sepa. Quizás todo en ésta vida se reduce a jugar el rol que nos imponemos y dejar esas preguntas para las demás personas, esas que juegan un rol distinto al nuestro.
Lo peor es que hay desigualdades por todas partes... nadie juega con las mismas ventajas. Desigualdades por aquí y por allí. Siempre han existido, haciendo que la balanza se pusiese del lado de los inteligentes, o de los villanos. De esas personas que juegan al rol de controlar roles. Sabemos de ellas pero no nos revelamos. Quizás, esos villanos son simples tapaderas para mantenernos ocupados. Puede que el villano más grande sea la sociedad que todos formamos... que ya no nos importa tanto lo que pase a nuestro alrededor, que nos desentendemos del "mal común", y sólo fijamos un objetivo propio y egoísta.
Yo no lo sé. Estoy tan pendiente de no caer por el acantilado que algunas veces me olvido de que millones de conciencias también piensan, razonan y calculan.
A veces me gustaría que alguien me gritase al oído y me sacase del shock de lo monótono y diario, que yo también quiero correr sin miedo a que me miren mal por creerme demasiado libre para ello. O a decir lo que pienso sin tener que hacer daño a la gente, acostumbrada a escuchar mentiras y medias verdades (o verdades maquilladas).
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