De nada sirven las horas invertidas. Somos todos unos niños, vemos un juguete nuevo y lo preferimos antes que al viejo.
Pero se nos olvida algo, hemos tirado al suelo tan fuerte al juguete viejo que se ha roto. Y, normalmente, no se puede arreglar.
Yo solo informo.
2 comentarios:
muy bueno lo escrito, adhiero a tu pensamiento, besos
gracias guapa :)
Publicar un comentario