Pero ya caminan juntos y el pasado solo es aire.

Inés Picazo Bautista 16/Mayo/2014

La historia más bonita que conozco es la que ocultaban las manos de mi abuela. Ella se fue un día, no quisiera recordar cuándo. Me pone triste pensar en los finales y en las despedidas. De aquello parece que pasó toda una vida, que es la que le debo. Se marchó llena de arrugas, como si el tiempo le hubiera marcado la belleza con bolígrafo. Le escribo ahora, cuando ya no puede oírme. Cuando ya los besos en la mejilla, los abrazos y las caricias, forman parte de una fotografía que no miro por si me duele demasiado. Yo nunca he creído en el cielo, no creo en Dios tampoco, y no es fácil. Sí sé que ella creó un paraíso en sus brazos, y cada vez que me encerraban yo olvidaba lo que era el miedo. "¿Tú me quieres?" me preguntó un día, y yo sonreía. Cómo iba a decirle que el amor es algo que aprendí de ella. Que no es que la quisiera, es que ella estaba en todo lo que quise desde entonces. No supe decírselo, y ahora supongo que ya es tarde. Ojalá que algún día el cáncer solo sea un signo del zodiaco. Te fuiste un día, y no me gusta recordarlo. Es duro soportar una vida sabiendo que el amor no puede salvar a las personas. Que hay un vacío muy grande en mí desde que te fuiste, que va a estar ahí siempre, como una carta dirigida a una dirección que ya no existe. Te quiero y no hay ni un sólo día en el que no me acuerde de tí. Hasta pronto, abuela.

Enlace permanente de imagen incrustada

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué genial