9 de Noviembre de 2014
En el fondo tengo la sensación de que siempre vamos a llegar tarde, y de que nos meteremos prisa cuando ya no sirva de nada. Que esperaremos un poco más por si justo cuando nos vamos llega alguien. Creo que si no he saltado aún no es porque no quiera, sino porque nadie me sujeta. He encontrado el equilibrio en el borde del precipicio, pero nada me impide derrumbarme de vez en cuando. A veces resulta hasta sano dejar que las heridas te quiten el frío, a falta de algunos brazos o una boca que termine con la sequía. Van a volver las noches en las que no vamos a saber dónde escondernos para huir de nosotros mismos. En definitiva, ojalá no llegue el invierno antes que tú.
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