SC
Y hay muchas veces que intentas abrazarme con la intención de volver a juntar todas mis piezas rotas, y es inútil, por que nunca lo conseguirás, soy como un puzzle que no encajará nunca a la perfección. Y tú tienes la culpa, pero es una culpa preciosa. Y aun sigo esperando, a que las cosas me salgan bien, a dejar de ser la tonta que da todo por los demás y luego no recibe nada. Y eso cansa. Pero voy a cambiar las cosas, me lo he prometido. No necesito que nadie lo entienda. No tengo la necesidad de explicarlo, pero yo, antes de ti, sólo había vivido el borrador de una vida sin ganas. Una vida, sí, pero de esas en las que te dedicas con indiferencia a esperar que el tiempo pase, y a saber a dónde te lleva. A veces me preguntan por qué estoy triste, y yo ignoro cómo explicarles que la falta de felicidad es un traje que me viene a medida. Nunca he sabido nadar tan bien como bien he sabido dejarme hundir hasta el fondo. Y a pesar de todo podría no estar aquí, ni tú donde estés. Podríamos estar juntos, y darnos cuenta de que entonces ya no necesitaríamos nada. Ni a nadie. Sólo al pensar en ello me doy cuenta de lo putas y bonitas que pueden ser las esperanzas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario