Pero ya caminan juntos y el pasado solo es aire.

SC

Llevo mucho tiempo buscando las palabras adecuadas con las que hacer que alguien decida quedarse a mi lado. Pero creo que me he perdido. Y la necesidad sigue, como la vida. Hablamos del tiempo. Hablamos de cosas sin importancia. Pero ya no sabemos hablar de la espera, ni de la desesperación, ni de que ojalá pronto alguien nos cure toda la ausencia que se nos acumula en la mirada. Y mientras escribo, sintiéndome un reportero de guerra que narra la catástrofe de dos cuerpos que nunca se juntaron. Y las sonrisas que fueron víctimas, y la ilusión que fue cómplice, evitando que las heridas cicatrizasen antes. Porque cuando se lleva tanto tiempo buscando, uno tiende a olvidarse de que encontrar es tan fácil como detenerse a escuchar a alguien que se calla cómo se siente. Tan fácil como echar raíces al lado de la persona que está contigo aunque no le pidas que se quede. Pero lo he olvidado, como también he olvidado hacer las cosas bien o no subirme al tren equivocado. Lo he olvidado porque he vivido como aquel a quien recordar le duele. Y ya sólo sé que al pasar página entiendes que lo difícil no es seguir, sino hacerlo sin tener la sensación de que la historia ya no es emocionante. Porque puedes abandonarte a ti mismo, antes de que lo haga la esperanza. Y caminar sin rumbo. Cerrar los ojos. Combatir el frío abrigándote con un montón de sueños. Y al despertar cada mañana darte cuenta de que lo único que ha cambiado es que sigues tocando fondo, pero que te queda menos oxígeno para poder llegar a la superficie. Y siempre vives así, al límite de un precipicio, al que es imposible asomarse sin tener la sensación de que quizá estás luchando por una causa que se perdió hace mucho. Pero no puedes dejar de luchar. No, no puedes, porque recuerdas esas veces en las que alguna persona te hizo volver a sonreír como un gilipollas. Esas veces en las que te sentías el centro del universo cuando te hablaba. Cuando te miraba y todo lo demás ya no tenía tanta importancia. Y entonces cierras los puños. Aprietas los dientes. Y sigues aguantando la respiración.

2 comentarios:

Vanessa dijo...

esto en verdad lleva tanto sentimiento, en verdad te sabes expresar tan bien es como sí pudiera sentir todo lo que escribiste

Anónimo dijo...

Es muy cierto